Me as a Whole.

Me as a Whole.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Estancia de unas horas

El tiempo no toma descanso, no repara en los sentíres, del que afligido, se sienta a un costado de su amada, para respirar los aromas que despide el cuerpo divino que a su lado se encuentra, disfrutando de escribir unas cuantas letras virtuales, tratando de guardar silencio para no interrumpir las labores académicas de ella.

Mientras sigue pasando el tiempo, a las espaldas ladridos de una perra, las voces de un par de tórtolas, pero aquí en este sillón oscuro de piel, el único sonido armónico que se disfruta es el de las teclas del teclado de una computadora, unas cuantas líneas trazadas en una hoja de papel, la pluma en la mano de ella con un sonido peculiar, y la respiración constante que indica vida en este silencio.

Las tórtolas no paran de reír, la música (o lo que parece música) no deja de emanar sus nefastos y poco elocuentes sonidos, mientras de mi cabeza siguen emanando mas y mas palabras que transcribo de mi cerebro al procesador de texto, y así como las palabras, también emanan ideas, ideas sobre la que a lado mío sostiene una libreta, hojeándola y tratando de “estudiar” para los exámenes que al día siguiente tendrá.

Las ganas de besar sus mejillas me ganan y volteo a besarla, sin embargo recibo respuesta nula de sus labios y un gesto de enojo, pero no un enojo fuerte, solo uno de esos gestos que denotan irritabilidad en el individuo,

No puedo evitar voltear a verla a cada momento, y deleitarme con su aroma, mientras observo su figura, su perfil, difícil de describir, la única descripción posible y mas cercana, es “rostro divino”; ella se levanta desesperadamente a buscar algo en su mochila, accidentalmente patea el cable de mi laptop, y voltea para pedirme disculpas, al regresar a su lugar en el sillón, pisa mi pie accidentalmente y hecha a reír con esas risas que ponen en mi rostro una sonrisa, se sienta, se estira como si estuviese despertando de un largo sueño, y le abrazo el brazo, acomodo mi otro brazo tras de ella, y le acerco a mi, bajo mis manos rápidamente por sus costados, la tomo de la cintura, mientras mi latosa mano derecha sube para tocar uno de sus senos, aunque voltea a verme con ojos de duda, no hace nada por quitar mi mano, aunque su mirada me dice que la quite, pero que no le molesta, y por un momento sentí que el silencio se murió que la distancia es mas corta.

Ella toma de nuevo su cuaderno, y se inclina hacia enfrente, mis vista descubre que parte de su espalda esta desnuda, y trata de taparla rápidamente con el suéter que trae puesto, ella voltea rápidamente, de nuevo con esa risilla alegre, y rápidamente tapa esa hermosa porción de piel, después de ello, se acerca un poco mas a mi, mas de lo que estaba al principio, pone su codo sobre mi brazo izquierdo, y el silencio sigue.

Por un instante el silencio vuelve a romperse, esta vez por mi culpa, fue una pregunta, “¿Y por que no te pusiste tus aretes, los que traías ayer?”, la única respuesta fue un “por que no”. Mi mano derecha intenta acariciar una de sus orejas, pero ella instantáneamente puso su mano sobre la mía, pero solo con el fin de quitarla y con ánimo molesto decirme que la quitara.

Transcurrido un momento, como si estuviera encapsulado junto con ella en este silencio, comencé a escuchar de nuevo a las tórtolas, ahora mas parlanchinas que nunca, también escuchaba su escándalo (“música”)