Me as a Whole.

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martes, 20 de diciembre de 2022

Sofia

Ciudad de México, a 18 de marzo del 2022
A mi querida hija Sofía:
No naciste, no llegaste. Decidí que no llegaras. Lamento que 
de entre todas las dimensiones del tiempo y espacio, tu alma y 
la mía se hayan tenido que conocer de ésta manera tan compleja 
y al mismo tiempo tan triste. Quizá en otro tiempo o capítulo
de la historia del tiempo tu y yo lleguemos a estar juntas de 
forma tangible. Te llevo en mi mente y en mi corazón a cada 
minuto del día y en ocasiones me duele demasiado tu no llegada, 
sobre todo cuando veo a alguna niña, ya se alumna mía, o bien 
en la calle. A veces siento que también quieres que te tenga 
presente en mi vida siempre. 
Considere Sofía como tu nombre porque desde que tenía alrededor
de 10 años soñaba con la idea de tener una hija y en el fondo 
sabía que eras una niña. Cuando la enfermera se aseguraba que 
aun estábamos dentro del tiempo establecido para poder hacer 
lo consecuente, pedía que no me dijera que eras niña, ya que 
podría arrepentirme de todo y salir de ahí a toda costa. 
Sofía proviene del griego (Σoφíα), que significa: "la que tiene 
sabiduría" y yo soñaba con una niña que fuera muy inteligente, 
una niña fuerte e independiente, sobre todo cuando empecé a 
adentrarme en el mundo del feminismo. Soñaba con enseñarle a 
alguien todo lo que empezaba a conocer sobre el feminismo, la 
libertad intelectual, el empoderamiento económico y cultural, 
la lucha por la educación igualitaria entre hombres y mujeres. 
Mis herramientas como madre en ese momento no me permitieron 
aceptar tu llegada, contaba con tu padre, pero hasta el día de 
hoy nuestra relación no es muy buena que digamos. Es buen 
padre, pero no es la persona con la que quiero compartir mi 
andar en esta experiencia humana. Sin embargo, estoy segura que a él le hubiera gustado tenerte entre sus brazos y llenarte
de caricias.
Sofía, te he pedido disculpas cada segundo de mi vida. No por
haber tomado la decisión de que no llegaras a este mundo, sino
porque no contaba con todo lo necesario para tu llegada. Sé
que hubiera sido muy difícil para ti, para mí, tu hermano y tu
padre. En ese momento también tenía dificultades para la vida
de tu hermano. No prefiero en ningún momento a ninguno de los
dos, pero me hubiera gustado poderte dar una vida más digna de
la que deparaba en esos momentos de mi existencia.
Mi decisión fue tomada desde el amor y la libertad de decidir,
pero nunca creí que el que no llegaras a mi vida me marcaría
el alma para siempre. Te agradezco que la última vez que pude
tener contacto contigo quedaste más tranquila. Mi Sofía… la
niña que no llegó y que siempre seguiré luchando por tener todo
lo necesario y volvernos a encontrar si el tiempo mismo decide
que sea así.
Mientras tanto vives en mí y eres uno de mis tesoros más grande
que hay dentro de mi ser como mujer. No te comparto con casi
nadie y cuando lo he llegado a hacer es para que otras mujeres
comprendan que al tomar la decisión de interrumpir un embarazo
requieren de un acompañamiento emocional.
No voy a justificar lo que hice, porque sigo pensando que ha
sido lo mejor que podría hacer para ambas. Y cada vez que leo,
escucho o me entero que una niña en este país ha sido
desaparecida, violada o asesinada, agradezco tanto que sigas
viviendo dentro de mí y que escuches este corazón desde dentro.
Sofía, nuestras antepasadas han sido mujeres que al llegar a
este plano existencial han pasado por un sinfín de abusos que
seguramente ya las conoces. Mi bisabuela fue llevada a la edad de 14 años a la casa de su esposo, un señor seguramente mayor
que ella, en aquellos tiempos era muy común que todo eso
sucediera sin que nadie pusiera objeción alguna. Tu tatarabuela
intentó escapar varias veces de ese lugar y no me imagino la
tristeza que invadía su espíritu cada vez que era descubierta
y llevada de regreso a la casa de su esposo para rematar con
golpes, humillaciones y nuevamente verse así misma aprisionada.
Quizá por eso le insistió tanto a mi abuelita a que aprendiera
a leer y escribir, que fuera a la escuela, que supiera sumar y
restar, porque la quería libre, la quería diferente a ella y
como todas las mujeres de aquella época, en sus profundos
deseos y anhelos soñaba con la idea de que ninguna de sus hijas
fueran seres lastimados.
Pero, la historia de tu bisabuela, no es muy distinta que
digamos. Conocía a tu bisabuelo, con quien se casó a la edad
de 14 años y a los 15 ya tenía a su primer hijo. Vivía con su
suegra quien le enseño a cocinar, lavar, atender animales
domésticos que eran parte del trabajo que ella hacía.
Mi bisabuela era solo una niña, pero en esos tiempos los 15
años eran perfectos para que una mujer empezara su vida de
casada. Viviendo en un lugar donde no era apreciada, mi abuela
dio a mi madre un ejemplo de gentileza muy grande, tan grande,
que me ha alcanzado a mi cada vez que escucho todas las
humillaciones, desprecios, y groserías que tenía que aguantar
día con día. Y, sin embargo, ella nunca se dio por vencida. El
espíritu de ella fue mucho más fuerte y lleno de alegría,
porque luego de lavar a los cochinos, de tallar sabanas a mano,
de lavar ajeno y de pensar diariamente en lo que piensa una
madre, arropaba a sus hijos y les contaba historias antes de
dormir. Creo que ese pedacito de mí, se lo debo a ella y me damucha tristeza pensar que pudo haber sido una buena escritora,
pero no fue así.
A mi abuela la admiro como a nadie en el mundo, porque además
de lidiar con todo eso, su esposo tenía otra familia, se iba
por largos periodos de tiempo y ella lo sabía. Tenía otra
familia y siempre tuvo conocimiento de eso. Conozco el dolor
tan grande de saber que esa persona que amas, con la que
compartes el embarazo de tus hijos y el nacimiento, este en
otro lado. Es un golpe grande al ego como mujer y una traición
a todas las cosas que crees que son especiales con esa persona.
Por eso sé que ella no hubiera querido que yo me quedara en
una relación así con tu padre, por eso sé que luego de que
falleciera soñé tantas veces con ella diciéndome que me pusiera
atenta. Sé que ella está siempre conmigo, está en el momento
de comer un plato de sopa, o tortita de papa, sé que ella vive
en sus plantas, ella sigue en su casa, ella no está en el
panteón, ella está aún con vida cada vez que recuerdo que tenía
que terminar ya la relación con tu padre.
Pero del mismo modo vives tú en mí. No solo cada vez que miro
a una niña, que veo ropa de bebé o zapatitos, accesorios para
el cabello. Sino también en esta lucha interna y en mis espacios
privados y públicos. Luchando y creando consciencia de la
importancia de las mujeres en la sociedad.
La lucha es día a día. Haciendo visible lo que se calla, lo
que se niega a ser nombrado; un tocamiento de alguien hacia
una niña dentro de la familia, a una alumna a mi propia madre.
De la mano de tu hermano he aprendido que vive dentro de mí
una violencia que en la que debo trabajar para aprender a
relacionarme mejor con todos, pero de inicio con él. Y no merefiero a golpes físicos, sino también a los gritos, la famosa
ley del hielo, los arrebatos, la agresión de forma pasiva.
La lucha es escuchando y empoderando a las mujeres que hay a
mi alrededor, compañeras de trabajo, otras madres, jóvenes que
tienen duda de llevar a cabo un aborto o no, incluso tratar de
ser sorora con las madres de tus medios hermanos.
A veces me gana la trampa de la aprobación masculina, pero para
eso están tú y tu bisabuela o abuelita grande como la llama tu
hermano. A ambas les pido que no me dejen sola en lo que resta
de mi vida. Tengo miedo aún, me falta mucho para ser fuerte
como ustedes.
Me duele tanto saber que casi todas las mujeres de este país
están teniendo como destino la muerte, pasando por violaciones,
abusos, torturas, maltratos, y un sinfín de vejaciones a las
que ninguna, ni nadie tiene porque pasar.
Mi querida Sofía, mi niña linda, mi anhelo más grande en lo
que resta de mi vida, le pido al tiempo que me permita estar
contigo en otra época donde tu vida no corra peligro, donde
tenga todas las herramientas y condiciones necesarias para
recibirte como te lo mereces, como debió haber sido siempre.
Por ahora sé que estas con ella, con tu bisabuela y que ella
te está trenzando el cabello y contándote tantas y tantas
historias como dicen que lo hacía, porque además yo constante
que es muy buena escuchando. Siempre lo hacía cuando llegaba
de la escuela y mis primos y yo nos sentábamos a comer.
Esto no es un adiós, sabes que todas las noches te busco, y a
ella también. Abrázala fuerte, ella es parte de nosotras y
nosotras de ella. Bésale la frente e invítala a bailar como a
ella le gustaba. Con el amor más grande. Tu mamá Betty Tximbo